TOBERMORY : cuentos con gatos
de Saky
Cuentos en verso para niños perversos
DRACULA
BANDA SONORA - Dracula de Bram Stoker
EL MANGRULLITO CURIOSO
CUENTOS
Virtudes Choique
Había una vez una escuela en medio de las
montañas.
Los chicos que iban a aquel lugar a estudiar, llegaban a caballo, en burro, en mula y en patas.
Los chicos que iban a aquel lugar a estudiar, llegaban a caballo, en burro, en mula y en patas.
Como suele suceder en estas escuelitas
perdidas, el lugar tenía una sola maestra- una solita, que amasaba el pan,
trabajaba una quintita, hacía sonar la campana y también hacía la limpieza.
Me olvidaba: la maestra de aquella escuela
se llamaba Virtudes Choique. Era una morocha más linda que el 25 de Mayo.
Y me olvidaba de otra cosa: Virtudes Choique ordeñaba cuatro cabras, y encima era una maestra llena de inventos, cuentos y expediciones. (Como ven, hay maestras y maestras).
Y me olvidaba de otra cosa: Virtudes Choique ordeñaba cuatro cabras, y encima era una maestra llena de inventos, cuentos y expediciones. (Como ven, hay maestras y maestras).
Esta del cuento, vivía en la escuela. Al
final de la hilera de bancos,
tenía un catre y una cocinita.Allí vivía, cantaba con la guitarra, y allí
sabía golpear la caja y el bombo.
tenía un catre y una cocinita.Allí vivía, cantaba con la guitarra, y allí
sabía golpear la caja y el bombo.
Y ahora viene la parte de los chicos.
Los chicos no se perdían un solo día de clase.
Principalmente, porque la señorita Virtudes tenía tiempo para ellos. Además,
sabía hacer mimos, y de vez en cuando jugaba al fútbol con ellos.
En último lugar estaba el mate cocido de leche de
cabra, que Virtudes servía cada mañana.
La cuestión es que un día Apolinario Sosa volvió al rancho y dijo a sus padres:
La cuestión es que un día Apolinario Sosa volvió al rancho y dijo a sus padres:
- ¡Miren, miren ... ! ¡Miren lo que me ha
puesto la maestra en el cuaderno!
El padre y la madre miraron, y vieron una
letras coloradas. Como no sabían leer, pidieron al hijo que les dijera-
entonces Apolinario leyó:
- "Señores padres: les informo que su hijo
Apolinario es el mejor alumno".
Los padres de Apolinario abrazaron al hijo,
porque si la maestra había escrito aquello, ellos se sentían bendecidos por
Dios.
Sin embargo, al día siguiente, otra chica
llevó a su casa algo parecido.
Esta chica se llamaba Juanita Chuspas, y
voló con su mula al rancho para mostrar lo que había escrito la maestra:
- "Señores padres: les informo que su
hija Juanita es la mejor alumna".
Y acá no iba a terminar la cosa. Al otro
día Melchorcito Guare llegó a su rancho chillando como loco de alegría:
- ¡Mire mamita,... ! ¡Mire, Tata... ! La
maestra me ha puesto una
felicitación de color colorado, acá. Vean: "Señores padres: les informo que su hijo Melchor es el mejor alumno".
felicitación de color colorado, acá. Vean: "Señores padres: les informo que su hijo Melchor es el mejor alumno".
Así a los cincuenta y seis alumnos de la
escuela llevaron a sus ranchos una nota que aseguraba: "Su hijo es el
mejor alumno".
Y así hubiera quedado todo, si el hijo del
boticario no hubiera llevado su felicitación. Porque, les cuento: el boticario,
don Pantaleón Minoguye, apenas se enteró de que su hijo era el mejor alumno, dijo:
- Vamos a hacer una fiesta. ¡Mi hijo es el mejor
de toda la región! Sí. Hay que hacer un asado con baile.
El hijo de Pantaleón Minoguye ha honrado a su padre, y por eso lo voy a celebrar como Dios manda.
El hijo de Pantaleón Minoguye ha honrado a su padre, y por eso lo voy a celebrar como Dios manda.
El boticario escribió una carta a la
señorita Virtudes. La carta decía:
-"Mi estimadísima, distinguidísima y
hermosísima maestra:
El sábado que viene voy a dar un asado en honor
de mi hijo. Usted es la primera invitada. Le pido que avise a los demás
alumnos, para que vengan al asado con sus padres. Muchas gracias. Beso sus
pies, Pantaleón Minoguye; boticario".
Imagínese el revuelo que se armó.
Ese día cada chico voló a su casa para
avisar del convite.
Y como sucede siempre entre la gente
sencilla, nadie faltó a la fiesta.
Bien sabe el pobre cuánto valor tiene reunirse, festejar, reírse un rato, cantar, saludarse, brindar y comer un asadito de cordero.
Bien sabe el pobre cuánto valor tiene reunirse, festejar, reírse un rato, cantar, saludarse, brindar y comer un asadito de cordero.
Por eso, ese sábado todo el mundo bajó
hasta la casa del boticario, que estaba de lo más adornada. Ya estaba el
asador, la pava con el mate, varias fuentes con pastelitos, y tres mesas
puestas una al lado de la otra.
En seguida se armó la fiesta.
Mientras la señorita Virtudes Choique
cantaba una baguala, el mate iba de mano en mano, y la carne del cordero se iba
dorando.
Por fin, don Pantaleón, el boticario, dio
unas palmadas y pidió silencio.
Todos prestaron atención.
Seguramente iba a comunicar una noticia
importante, ya que el convite era un festejo.
Don Pantaleón tomó un banquito, lo puso en
medio del patio y se subió.
Después hizo ejem, ejem, y sacando un papelito leyó el siguiente discurso:
Después hizo ejem, ejem, y sacando un papelito leyó el siguiente discurso:
- "Señoras, señores, vecinos, niños.
¡Queridos convidados! Los he reunido a comer el asado aquí presente, para
festejar una noticia que me llena de orgullo. Mi hijo mi muchachito, acaba de ser
nombrado por la maestra, doña Virtudes Choique, el mejor alumno. Así es. Nada
más, ni nada menos...
El hijo del boticario se acercó al padre, y
le dio un vaso con vino.
Entonces el boticario levantó el vaso, y continuó:
Entonces el boticario levantó el vaso, y continuó:
Por eso, señoras y señores, los invito a
levantar el vaso y brindar por este hijo que ha honrado a su padre, a su
apellido, y a su país. He dicho".
Contra lo esperado, nadie levantó el vaso. Nadie
aplaudió. Nadie dijo ni mu.
Al revés. Padres y madres empezaron a
mirarse unos a otros, bastante serios. El primero en protestar fue el papá de
Apolinario Sosa:
- Yo no brindo nada. Acá el único mejor es
mi chico, el Apolinario.
Ahí nomás se adelantó colorado de rabia el
padre de Juanita Chuspas, para retrucar:
- ¡Qué están diciendo, pues! Acá la única
mejorcita de todos es la Juana,
mi muchachita.
Pero ya empezaban los gritos de los demás, porque
cada cual desmentía al otro diciendo que no, que el mejor alumno era su hijo. Y
que se dejaran de andar diciendo mentiras.
A punto de que don Sixto Pillén agarrara de
las trenzas a doña Dominga Llanos, y todo se fuera para el lado del demonio,
cuando pudo oírse la voz firme de la señorita Virtudes Choique.
- ¡Párense... ! ¡Cuidado con lo que están
por hacer ... ! ¡Esto es una fiesta!
La gente bajó las manos y se quedó quieta.
Todos miraban fiero a la maestra. Por fin, uno
dijo:
- Maestra: usted ha dicho mentira. Usted ha dicho
a todos lo mismo.
Entonces sucedió algo notable. Virtudes Choique
empezó a reírse loca de contenta. Por fin, dijo:
- Bueno. Ya veo que ni acá puedo dejar de
enseñar. Escuchen bien, y abran las orejas. Pero abran también el corazón.
Porque si no entienden, adiós fiesta. Yo seré la primera en marcharme.
Todos fueron tomando asiento.
Entonces la señorita habló así:
- Yo no he mentido. He dicho verdad. Verdad que
pocos ven, y por eso no creen. Voy a darles ejemplo de que digo verdad:
"Cuando digo que Melchor Guare es el mejor
no miento. Melchorcito no sabrá las tablas de multiplicar, pero es el mejor
arquero de la escuela, cuando jugamos al fútbol...
"Cuando digo que Juanita Chuspas es la mejor
no miento. Porque si bien anda floja en Historia, es la más cariñosa de
todas...
"Y cuando digo que Apolinario Sosa es mi
mejor alumno tampoco miento. Y Dios es testigo que aunque es desprolijo, es el
más dispuesto para ayudar en lo que sea...
"Tampoco miento cuando digo que aquel es el
mejor en matemáticas... pero me callo si no es servicial.
"Y aquél otro, es el más prolijo.
Pero me callo si le cuesta prestar algún útil a
sus compañeros.
"Y aquélla otra es peleadora, pero escribe
unas poesías preciosas.
"Y aquél, que es poco hábil jugando a la
pelota, es mi mejor alumno en Dibujo.
"Y aquélla es mi peor alumna en ortografía,
¡pero es la mejor de todos a la hora de trabajo manual!
"¿Debo seguir explicando? ¿Acaso no
entendieron? Soy la maestra y debo construir el mundo con estos chicos. Pues
entonces, ¿con qué levantaré la patria? ¿Con lo mejor o con lo peor?
Todos habían ido bajando la mirada. Los padres
estaban más bien serios.
Los hijos sonreían contentos.
Los hijos sonreían contentos.
Poco a poco cada cual fue buscando a su chico. Y
lo miró con ojos nuevos.
Porque siempre habían visto principalmente los defectos, y ahora empezaban a sospechar que cada defecto tiene una virtud que le hace contrapeso. Y que es cuestión de subrayar, estimular y premiar lo mejor.
Porque siempre habían visto principalmente los defectos, y ahora empezaban a sospechar que cada defecto tiene una virtud que le hace contrapeso. Y que es cuestión de subrayar, estimular y premiar lo mejor.
Porque con eso se construye mejor.
Cuenta la historia que el boticario rompió el
largo silencio. Dijo:
- ¡A comer ... ! ¡La carne ya está a punto, y el
festejo hay que
multiplicarlo por cincuenta y seis ... !
multiplicarlo por cincuenta y seis ... !
Comieron más felices que nunca. Brindaron.
Jugaron a la taba. Al truco. A la escoba de quince. Y bailaron hasta las cuatro
de la tarde.
Miremos con buenos ojos a los demás cada quien
tiene por ley de Dios algún defecto pero por ello debemos despreciarlo nooooo,
todo lo contrario busquemos las buenas acciones de cada quien todos al fin y al
cabo tenemos un lado bueno y uno malo destaquemos ese lado bueno y tratando así
de minimizar el malo, busquemos en cada ser humano ese lado positivo que tanta
falta nos hace no podemos cambiar el mundo pero si podemos sobrellevarlo de una mejor manera poniendo cada uno de nuestra parte, empezando el día quizás con una sonrisa con un "Buenos Días", o con un abrazo a la persona que nos rodea, es tan simple, vale tanto y cuesta tan poco.
falta nos hace no podemos cambiar el mundo pero si podemos sobrellevarlo de una mejor manera poniendo cada uno de nuestra parte, empezando el día quizás con una sonrisa con un "Buenos Días", o con un abrazo a la persona que nos rodea, es tan simple, vale tanto y cuesta tan poco.
Juntos podemos hacer la diferencia y alegrar el
día a una persona, tomemos esta enseñanza porque dentro de cada ser humano hay
algo bueno que buscar no lo dejemos guardado para cuando pensemos sea necesario
si no todo lo contrario demos lo mejor a cada momento día a día minuto a
minuto, no sabemos cuando será el ultimo.
Autor: Joaquin Duran
El libro de los abrazosUn elefante ocupa mucho espacio
Durante la última dictadura militar en Argentina, el 15 de octubre de 1977, un decreto de la Junta militar que usurpaba el poder, ordenaba la prohibición de dos libros para niños. La medida también implicaba el secuestro de las ediciones y los ejemplares que circulaban en las librerías. Se trataba de Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann, y El nacimiento. Los niños y el amor, de Agnés Rosenstiehl, una guía de educación sexual para pequeños.
Paradójicamente, el año anterior, Un elefante ocupa mucho espacio había sido elegido para integrar la Lista de Honor del IBBY; primera vez que esta distinción correspondía a un libro de autor argentino.
Elsa Bornemann recuerda el momento de la censura: "la evaluación que hago años después y, leyendo el decreto, es que la gente creyó que era por el primer cuento, que habla de la huelga. Yo lo escribí entre los años 72 y 75, cuando la huelga era un derecho de los trabajadores, e incluso la primera edición salió bajo gobierno democrático. Pero los quince cuentos tienen que ver con la justicia. Entonces, sabiendo todo lo que pasó, llego a la conclusión de que mi libro era intolerable para determinado grupo que estaba al mando en nuestro país: estaba prohibida la paz, la solidaridad; se instaló la fuerza de los contravalores o disvalores". (1)
Imaginaria rinde homenaje a este clásico de la literatura infantil argentina, reproduciendo más abajo la cubierta de su primera edición. (2)
Entrevista a Elsa Bornemann realizada por Gabriela Guebel y Claudia Feld, para la revista Palabra Abierta. Secretaría de Educación de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires (1988).
Un elefante ocupa mucho espacio, por Elsa Isabel Bornemann. Ilustraciones de Ayax Barnes. Buenos Aires, Ediciones Librerías Fausto, 1975; colección La Lechuza, N° 2. En la actualidad, el libro puede conseguirse en la edición del Grupo Editorial Norma, colección Torre de Papel.
La planta de Bartolo
de Laura Devetach
El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.
Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que gustan a los chicos. De tapas duras con muchas hojas muy blancas que invitaban a hacer sumas y restas y dibujitos.
Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:
—Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!
¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:
—¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!
IlustraciónY los pobres chicos no sabían qué hacer.
Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:
—¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera cuadernos nuevos que venga a ver mi planta de cuadernos!
Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del buen Bartolo y todos los chicos salieron brincando con un cuaderno nuevo debajo del brazo.
Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo gusto.
Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y los chicos. El Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.
Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡Toco toc!
—Bartolo —le dijo con falsa sonrisa atabacada—, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.
—No —dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.
—¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad.
—No.
—Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.
—No.
—Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.
—No.
—¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?
—Nada. No la vendo.
—¿Por qué sos así conmigo?
—Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.
—Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.
—No.
—Pues entonces —rugió con su gran boca negra de horno—, ¡te quitaré la planta de cuadernos! —y se fue echando humo como la locomotora.
Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.
—¡Sáquenle la planta de cuadernos! —ordenó.
Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.
Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron "arroz con leche", mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.
Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos colorados, gritando como un loco, que tuvieron que sentarse a descansar.
—¡Buen negocio en otra parte! —gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.
Portada del libroCuento extraído, con autorización de su autora, del libro La torre de cubos (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1985, colección Libros del Malabarista).
CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH A LA JUNTA MILITAR
(24 de marzo de 1977)
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes contin uaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese ser nacional que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el submarino, el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de cuenta-cadáveres que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre violencias de distintos signos ni el árbitro justo entre dos terrorismos, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de Prensa Libre Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la racionalización.
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar el país, han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos.14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el festín de los corruptos.
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
El que no salta es un holandés (Mabel Pagano - Argentina)
Estaban ahí aquel día en que nosotros nos pegamos al televisor portátil llevado por el gerente, ya que el acontecimiento, muchachos, justifica el abandono del trabajo por un rato, imagínese, hace casi cuarenta años que los argentinos esperamos algo así. Vengan, chicas, que esto no se lo pueden perder y nosotras que ni locas, porque una cosa es un partido cualquiera y otra muy distinta, un Mundial. Pero la Flaca dijo yo tengo que hacer ese trámite de la importadora y se fue. Volvió cuando ya estábamos en los escritorios, todos emocionados porque todo salió perfecto, según Javier, y qué bárbaros los gimnastas, para el cadete y para nosotras, con la banda y el desfile y los papelitos, una maravilla, no sabés lo que te perdiste, pero la Flaca sin interesarse, ahí parada, con los ojos fijos en ninguna parte y diciendo que a la misma hora del festejo, ellas estaban ahí, en la Plaza, como cien, dando vueltas a la Pirámide, algunas llorando y otras diciéndoles a los periodistas extranjeros que no tenían noticias de hijos, hermanos y padres. Y los tipos seguro que los filmaban para hacernos quedar como la mierda en el exterior. Javier interrumpió golpeando el escritorio y el cadete asegurando que no importa porque, total, quién les va a dar bolilla a cuatro chifladas y nosotras diciéndole terminala con eso, Flaca, que por ahí, andá a saber cuál es la verdad y el gerente rematando con que me gustaría saber quién les paga para que saboteen la imagen del país.
Los días siguieron: la República era una gran cancha de fútbol.
Empatamos, ganamos, perdimos, pero no importa, porque la Copa se la van a llevar si son brujos y el televisor ya fijo en la oficina, mirá, mirá que remate, cómo se perdió el gol ese boludo y aquél hoy no pega ni una. Las mujeres, ya bien al tanto de lo que significa un córner, cuál es el área chica y qué es lo que debe hacer el puntero derecho. Pero Goyito, el de Expedición, desapareció hace cuatro días y nada, dale Flaca, vos siempre la misma amargada, el cadete con sonrisa de costado y Javier que por algo habrá sido, che, porque a mí todavía nadie me vino a buscar. Y ellas siguen ahí, dando vueltas a la Pirámide, ma sí, ya se van a ir, cortala, parecés la piedra en el zapato, pero tienen que darles una explicación, lo que tienen que darles es una paliza y listo, así se dejan de decir macanas cuando el país está de fiesta. Hay que embromarse con alguna gente, la patria no les importa, el gerente opinando desde la primera fila frente a la pantalla y la Flaca como para sí misma, el fútbol no es la patria. Gol. Gooooolllll. Golazo. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!
¿Hacen falta seis para pasar a la final? Se hacen los seis, pero a la hermana de Carrasco la secuestraron anoche a dos cuadras de la facultad, que se embrome, por meterse donde no debe, dijiste vos y Javier yo siempre le vi algo raro a esa chica, enganchando enseguida con que después de los seis pepinos a los peruanos, concierto de cacerolas en los balcones de su edificio, en pleno Barrio Norte, nunca visto, el delirio, la locura y nosotras, contando de la caravana de coches y el novio y el marido, con las banderas, los gorritos y las cornetas, nos acostamos como a las cuatro y hasta la chica aquella, Mariana, la de Libertador, con la vincha y subiéndose a un camión que pasaba para el centro, no se puede creer, ¿viste? Por un anónimo, nada más que por una denuncia sin fundamento y al otro porque ayudaba al cura y a las monjas en la villa del Bajo Flores. Te digo que no me quedó uña por comerme y la hora maldita no pasaba nunca, tocando el techo con cada gol y mirando el reloj, hasta que al fin se dio. Se me cayeron las lágrimas, ¡qué final! ¡El que no salta es un holandés! Y los que desaparecen son argentinos, dale Flaca, no empecés, ¿no te dije, pibe, que la Copa se quedaba aquí? Todos con las banderas y los pitos, a gritar y a cantar, dale con el tachín- tachín, juntos, en aquella fiesta que parecía que no iba a terminar nunca, porque ganamos, salimos campeones y fue como una borrachera de la que nos despertamos con este dolor de cabeza que nos martillea las sienes y un revoltijo de estómago que aumenta a medida que la tapa de la olla se va corriendo. Las cuentas finales no aparecen y la lata está rota de tantas manos que se le metieron adentro. Pero lo peor es lo otro, ellas que siguen ahí, ellas, que ya estaban pidiendo por los que no estaban mientras nosotros saltábamos, sordos a lo que decían algunos como la Flaca, ustedes no se dan cuenta de lo que está pasando y cuando comprendan, ya va a ser tarde. Aseguraba que éramos como los alemanes, que veían el humo saliendo de las chimeneas de los campos de concentración y miraban para otra parte, se callaban, como callamos nosotros, entonces y después, tapándonos hasta las orejas cuando las sirenas nos interrumpían las noches, o escuchábamos algún grito, o se llevaban a alguien del piso de abajo. Nos dieron un pirulín para matar el hambre. Flaca, tenías razón y una entrada al circo para comprarnos la conciencia.
(tomado del libro "Fútbol a puro cuento", Ediciones del Faro Verde, Argentina, 1986. Compilador: Rodolfo Cuenca)