Adolfo Bioy Casares: las máquinas de la vida eterna
El 15 de septiembre se celebra un nuevo
aniversario del nacimiento de este singular escritor argentino. Entre
sus muchas cualidades, se destaca la inclusión de la ciencia ficción en sus escritos, y su particular relación con las máquinas y las nuevas tecnologías. Un repaso sobre la temática en su obra.
Acercarse a la obra de Adolfo Bioy Casares puede suponer un viaje que va desde la enigmática isla de La invención de Morel (su primera novela, de 1940) hasta el extraño mundo de hombres-pájaro en De un mundo a otro (la última, de 1998). En el medio se cruzan un sinfín de estaciones reales y, sobre todo, imaginarias.Pero esta compulsión por innovar en la creación de tramas, climas y personajes no termina en el mero ingenio desenvuelto para la ovación de la tribuna. Bioy enfrenta, sin amagues de irse al mazo, los grandes temas de la literatura: la soledad, el fin de los tiempos, la libertad y, fundamentalmente el amor, que aparece en su obra como un destino trágico a cumplirse más allá de la muerte y los universos que nos separan.
Esta profusa capacidad de inventiva es la que le vale ser reconocido como el principal referente de la ciencia ficción argentina, hecho que el escritor aceptó ya de grande, con esa amable incredulidad que tiene la gente “de antes”. Es cierto que Bioy incluye como disparadores de su trama a máquinas y otros artefactos fantásticos, pero lejos está de transformar la historia en el manual de instalación de un electrodoméstico alienígena. La prosa desinteresada con que describe a estos objetos, parece hablarnos de nuestro mundo actual, en el que convivimos con entornos que hasta hace poco solo podían ser literatura. La innovación tecnológica se nos vuelve un guardián omnisciente de la vida diaria y nos demuestra, en definitiva, que la ciencia ficción llegó hace rato.